¿Cuál es el propósito de la educación según Kant?
El propósito de este articulo es examinar el enfoque de Kant sobre la educación y la educación moral basado en su filosofía moral. En este escrito, se tomará en consideración especialmente la educación moral de Kant sobre las ideas y, en general, abordará cuestiones educativas. Kant ve al ser humano como una existencia única que necesita educación.
La educación, según Kant, tiene como propósito la búsqueda de la perfección humana. Esta cuenta con dos partes constitutivas: la disciplina, que tiene como función la represión de la animalidad, de lo instintivo; y, la instrucción, que es la parte positiva de la educación y consiste en la transmisión de conocimiento de una generación a otra.
El pensamiento de Kant sobre la educación está estrechamente relacionado con la naturaleza de la persona. Piensa que no hay maldad en la naturaleza humana. En una persona sólo hay semillas de bondad y esta bondad puede mejorar con la educación.
Para él, toda la fuente de bondad en el mundo es la educación. Todos los talentos y semillas siempre tienen que mejorar de una buena manera y así ver que en una persona siempre hay potencial. Las facultades alcanzadas por medio de la educación no sólo son herramientas para su subsistencia, sino que, al mismo tiempo, son el gran secreto de la perfección de la naturaleza humana.
El carácter es un producto complejo de la educación donde las disposiciones naturales de un individuo juegan un papel decisivo. La educación da forma a lo que proporciona la naturaleza y, sin embargo, la naturaleza puede proporcionar un bloqueo. Alguien sin capacidad de resolución, por ejemplo, puede ser incapaz de poseer carácter.
Hasta aquí la educación aparecería como una necesidad, no obstante, Kant se ocupa de subrayar que también es una responsabilidad; este aspecto está vinculado con algo que se ha expresado líneas arriba, en la educación yace la posibilidad de la perfección humana, de la dicha futura de la especie, de una condición ideal que puede ser planteada como destino.
Si esto es así el ser humano ha de intentar alcanzar su destino y por tanto debe construir un concepto de él que se coloque como fin del proceso educativo; es decir, la especie humana tendría un deber moral ineludible educarse para buscar su destino.
Esto conduce a Kant a percibir la educación como un arte que ha de ser perfeccionado por muchas generaciones, y, que por tanto, avanza poco a poco. Una generación trasmite el conocimiento y la experiencia a otra, y esta, en la medida de sus posibilidades, los aumenta para trasmitirlos a una nueva. La educación se encuentra vinculada entonces a los avances y retrocesos propios de la humanidad, del ser humano como especie.
Para este filósofo, ese destino ideal, esa realidad posible, ha de marcar tanto al acto educativo que llega a considerar que las nuevas generaciones deben educarse de acuerdo a ese futuro anhelado: “No se debe educar a los niños conforme al presente, sino conforme a un estado mejor, posible en lo futuro, de la especie humana; es decir, conforme a la idea de humanidad y de su completo destino. Este principio es de la mayor importancia.”
La educación está marcada por un juego dialéctico que goza de una enorme complejidad; en ella se debe conciliar una legítima coacción, la sumisión del individuo, con la facultad de servirse de su voluntad.
Por ello Kant entiende que: “Al hombre se le puede adiestrar, amaestrar, instruir mecánicamente o realmente ilustrarle. (…) Sin embargo, no basta con el adiestramiento; lo que importa, sobre todo, es que el niño aprenda a pensar.” (Kant: 39) Y, si este es el fin inicial de educar sin duda el filósofo alemán esta pensando en que la educación es una herramienta indispensable para la libertad.
En general, Kant y la educación es una contribución bienvenida a lo que probablemente será un área fértil de estudios de Kant en los próximos años.